martes, 6 de octubre de 2015

Miach y el manto de Airmid

Cuenta la historia que en una cruenta batalla, el rey Nuada perdió su brazo y con ello su derecho a gobernar Éire. Pero Dian-Cecht, sanador de los Tuatha Dé Danann, se dio a la tarea de restaurar la extremidad perdida para que Nuada no tuviera que renunciar al trono.

Usando su poder, Dian-cecht fabricó un brazo de plata, y usando sus conjuros, lo asió al muñón e hizo que se moviera como un brazo real.

Sin embargo, Miach, hijo de Dian-Cecht, encontró que aquella solución era inapropiada, y junto con su hermana Airmid, se acercó al rey para restaurar su brazo usando su magia. Los hermanos usaron un viejo conjuro para sanar a Nuada.

Tres días y tres noches, los hermanos cantaron:

Hueso a hueso
Vena a vena
Bálsamo a bálsamo
Savia a savia
Piel a piel
Tejido a tejido
Sangre a sangre
Carne a carne
Tendón a tendón
Médula a médula
Centro a centro
 Grasa a grasa
 Membrana a membrana
Fibra a fibra
Humedad a humedad 1

 

Y así, Miach y Airmid hicieron que un brazo nuevo creciera del muñón herido. Y Nuada gobernó de nuevo, completo y más poderoso que nunca.

Pero esta cura le pareció horrible a Dian-cecht, pues estaba cegado por los celos al ver el enorme poder de sus hijos.

El sanador de los Tuatha dirigió su furia hacia Miach, y lo citó en una lejana pradera. El joven acudió gustoso al llamado de su padre.

Pero Dian-cecht lo recibió con una confrontación, y al ver que Miach se mostraba confundido por la sinrazón aquel arranque de ira, enfureció aún más. Discutieron, pues Miach no comprendía porqué su padre encontraba tan horrible el método usado para sanar al rey. Continuaron discutiendo, hasta que Dian-cecht perdió el control, y usando su espada le golpeó la parte superior del cráneo, cortando sólo la piel.

Miach, asustado por la reacción de su padre dio unos pasos para alejarse, y usando sus mágicas palabras, se sanó a sí mismo.

Entonces Dian-cecht dirigió de nuevo su espada hacia él, hasta llegar al hueso, pero Miach se sanó a sí mismo. El joven intentó huir, pero más enojado aún, Dian-cecht lo golpeó de nuevo, y esta vez la espada tocó las membranas del cerebro. Pero Miach se sanó a sí mismo.

Cegado ya por los celos y la ira, Dian-cecht entonces golpeó con fuerza el cráneo de Miach, partiendo en dos su cerebro. Miach murió al instante, aún sin entender que aquello era producto de los más viles celos.

La culpa embargó a Dian-cecht al ver el cuerpo de su hijo, pero en lugar de declarar su crimen, enterró el cuerpo de Miach en la parte más lejana de la pradera esperando que nadie lo encontrara.

Airmid, sin embargo, sabía que algo estaba mal. Algo le había ocurrido a su hermano.

Acudió a la pradera para buscarlo, encontrando sólo a su padre, quien parecía ocultar algo. Airmid lo cuestionó sobre el paradero de Miach, pero como respuesta obtuvo sólo mentiras. Airmid lo cuestionó de nuevo, pero Dian-cecht solamente guardó silencio. La sanadora lo cuestionó una tercera vez. Dian-cecht, dándose por fin cuenta de lo que había hecho, le mostró la tumba de su hermano.

La joven sanadora, embargada por el dolor, lloró amargas lágrimas sobre la tumba de su hermano Miach. Gotas saladas cayeron sobre la tierra, mojándola hasta que de las articulaciones del cuerpo de Miach comenzaron a crecer hierbas medicinales, 365 en total.

Airmid, sabiendo que su hermano le enviaba ese regalo desde la muerte, dispuso su manto en el suelo para comenzar a clasificar las hierbas de acuerdo a su uso, notando bien el lugar del que habían salido. Pero Dian-cecht, en un nuevo arranque de celos arrebató el manto de las manos de su hija, haciendo que la mayoría de las hierbas se dispersaran en el viento.

La sanadora apenas alcanzó a salvar unas cuantas, y prometió compartirlas con aquellos que las necesitaran. De las demás, sólo ella conoce los misterios que encierran.
Airmid se alejó con su manto y sus hierbas, para vagar por el mundo enseñando los secretos medicinales a aquellos que la escuchan. Y Dian-cecht, entendiendo que el poder de sus hijos prevalecería más allá del suyo, declaró: 

"Si Miach no es más, Airmid permanecerá".

Imagen de de Jim Fitzpatrick, obtenida en Searching for Imbas

 

Versión de Enodia, la Dama del Roble





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1. Las palabras Médula y Centro en el poema original vienen como Marrow y Pith, que quieren decir lo mismo, pero para evitar la repetición he traducido pith como "centro", refiriéndome un poco al centro energético del cuerpo.

Referencias:
Goddess of the Growing Green: Airmid of Ireland
The Second Battle of Magh Turedh

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